domingo, 31 de julio de 2011

Del cine, Borges, Aristóteles y el humor en Tarija (Gabriel Chávez Casazola)




Creo –cómo no- en las vastas (y largamente demostradas) posibilidades del cine como vehículo de exploración y de expresión estética, artística, incluso filosófica.  Pero, respetando el cine arte -que frecuento con deleite algunas pocas noches, como quien visita a un amigo denso y de conversación oscura, que nos dejará cavilando y nockeado varios días-, creo y gusto más, como cualquier mortal en una tarde de domingo, de aquél cine que sin jugar a ser teatro, sin jugar a ser libro, explora sus propias posibilidades técnicas de expresión  (por algo Borges prefería Hollywood a los estudios europeos) para lograr aquello que el viejo Aristóteles definió  siglos ha como catarsis.  Ese salirnos de nosotros mismos por un momento –rapto, fuga- para ponernos en el pellejo de seres de celuloide –o del material del que estén hechas las cintas digitales-, y en ese nuevo envase vivir vicariamente lo que de otra manera jamás hubiéramos vivido.   Lejos de dejarnos turulatos, como el cine arte y el oscuro amigo que mencionaba, esas fugas –a la comedia, a la aventura, a la acción, a la fantasía- nos hacen sentir leves, casi de la misma sustancia que el vuelo de los pájaros.

Todo esto es apenas una excusa para recordar cuán leve y risueño me sentí cuando me cupo ver las dos películas que ha filmado el cineasta boliviano y tarijeño Rodrigo Ayala Bluske; dos comedias en las que –con ironía e insólitas situaciones de humor de por medio- desfilan ante nosotros, trazando un ameno retrato sociológico,  los distintos tipos humanos que, para bien o para mal, hacen a la forma de ser de este país tan nuestro y tan ajeno; dejando perfilado, con particular relieve, el modo de vivir, ver (y beber) la vida de los habitantes de Tarija, aquella hermosa comarca del sureste donde las risas son más cantarinas y el singani más claro, como las aguas de sus ríos y la imaginación de sus artistas, de los cuales Ayala es un agudo, conspicuo e ingenioso representante, con todo lo que ello de bueno (y de mordaz) implica.

jueves, 28 de julio de 2011

Jornada de cata


El miércoles 3 de agosto, en las instalaciones de la Alianza Francesa (La Paz, Fernando Guachalla esquina 20 de octubre) la sommelier argentina Laura Decurnex nos hablará acerca de los pasos necesarios para realizar una cata de vinos, además, aprenderémos acerca del correcto servicio y como guardar el vino en casa, entre otros aspectos.
 

Se hará entrega de material didáctico y certificado de participación.
 

Los cupos son limitados.
 

Haz tu reserva a los teléfonos:
2721562
77789809

o a los E-mail:
bxbolivia@gmail.com
ventas.lapaz@bx.com.bo

miércoles, 27 de julio de 2011

Historias de cuernos (Juan José Toro)


Confirmado: puedo ser cualquier cosa menos crítico de cine.
 

Medio mundo (que no incluye a la otra mitad) calificó como mala a la película boliviana "Historias de vino, singani y alcoba" pero, cuando yo la vi, me pareció una historia bien contada que me hizo reír.
 

Los profesionales de cinematografía (que sí existen en Bolivia y son muy buenos) encontraron defectos en el guión, la interpretación y en los recursos técnicos. El más caballero llegó a decir que “Historias… se hubiera ubicado mejor en una escenario teatral que en la pantalla cinematográfica.
 

Incluso los no profesionales pero “leídos y escribidos” en cine pusieron a la película sobre la mesa de la morgue para la autopsia de ley y le encontraron tantos defectos que dijeron, al mejor estilo de un médico curtido por tanto ver la muerte a la cara, que ese cadáver era de una persona tan pero tan enferma que mejor no debió nacer.
 

Sentado en una butaca (porque el cine se ve ahí, no en la casa), yo intenté encontrar algunos de los defectos descritos por los sesudos críticos y la verdad es que sí, pillé algunos pero no los suficientes como para declarar que la peli era un cadáver. Es cierto… hay algunas incoherencias pero, ¿dónde está la película perfecta? En internet existen páginas que se dedican a encontrar errores en las más grandes y aclamadas superproducciones (“¿cómo es que el protagonista tenía un reloj en la muñeca y en la siguiente toma aparece sin él?”, nos dicen y, cuando vemos la película, descubrimos que tienen razón.
 

Lo que yo hice al ver el último trabajo de Rodrigo Ayala fue disfrutar. Disfruté de las situaciones insólitas que envuelven a los personajes y el incómodo parecido de estos a personas de la vida real. Reí. Reí no sólo por gentileza, ni porque se supone que la cinta es una comedia, sino porque muchas de las situaciones allí representadas me causaron genuina gracia. De paso, me acordé que mucha gente de este país llega al Parlamento sólo a hacer (literalmente) huevadas. ¿Me dirá alguien que no conoció un senador como el que interpreta Toto Vaca?
 

Y, al parecer, la clave está precisamente en Totito (sírvanse no cambiar la primera letra de ese nombre) porque en él se encarna una situación que es demasiado común pero de las que pocos hablan: la infidelidad. Toto es Vaca y las vacas tienen cuernos pero Toto no es pariente mío así que absténganse de decir que escribo esto por razones familiares o de amistad.
 

Lo que pasa es que los cuernos existen en todas las sociedades y la nuestra no es la excepción. Si a alguien le incomoda el tema, hay que respetar su fastidio (por algo será).
 

Pero “Historias…” no es simplemente una película de cuernos protagonizada por un Vaca. Es, fundamentalmente, una historia integrada por historias. Los críticos dicen que no existe coherencia al desarrollar el hilo conductor de todas pero yo las asumí como planos superpuestos y punto (lo de “planos superpuestos” me da cierto nivel intelectualoide, ¿no?).
 

Resumen: la película me gustó y, por lógica, me parece buena pero los críticos la descalificaron y ya dieron su veredicto: es la peor comedia del cine boliviano. Como yo no soy más que un aficionado al séptimo arte, no tengo por qué discutirles pero eso no merma mi gustirriquín por la denostada cinta. 

Conclusión: puedo ser cualquier cosa, incluso un Toro que opina sobre una película protagonizada por un Vaca, pero nunca llegaré al rango de crítico de cine.